Viña Grande (Cáceres)


   Desde 1999 lleva Juan al mando de este Viña Grande Cacereño. Siendo ya empleado de esta casa recogió el traspaso que le ofreció su jefe, un hostelero de Sierra de Gata que puso en marcha el negocio con la intención vender los reconocidos vinos de pitarra de su comarca.
Todavía mantiene en la fachada sus originales azulejos, uno de ellos anunciando aquellos vinos de Cilleros de viñedos propios. Su interior tampoco parece haber cambiado mucho, clásico mobiliario y algo desordenada su distribución, solo destaca una bonita colección de latas antiguas sobre la barra. Frente a la misma una mesas junto a su luminosa cristalera hacen las veces de comedor. Y tras esa barra uno de sus principales reclamos buenas chacinas y jamones de Dehesa de Solana.


A Viña Grande se viene buscando buenas raciones acompañadas de estupendas patatas fritas, algo tan sencillo y a su vez tan complicado en la abrumadora oferta modernotaperil de la plaza. Entre sus clásicos destacan los huevos fritos con jamón de bellota, o los besos de Cáceres, una tostada de pan con torta del Casar y solomillo de ibérico en lo alto.

Me gustan especialmente los riñoncitos y las mollejas de lechal, buenos también sus boletus que cumplen pese a ser congelados fuera de temporada o su revuelto de la casa, y algo menos su famosa tosta de gambas con ali-oli gratinado, prefiero la que llaman "de siempre" de patatera picante.
A veces no hace falta ni pedir raciones, tienen un buen mostrador de tapas, donde siempre encontrar una recomendable ensaladilla o buenos guisos servidos en cazuelitas.


Si a todo esto le añadimos una mas que correcta selección de vinos, un buen ambiente de fiel clientela, un agradable aunque escaso velador de mesas altas (muy animado ahora feria) y un servicio que atiende con igual empatía y profesionalidad a propios y a extraños, este Viña Grande es uno de esos clásicos a los que siempre gusta volver.